Isla Negra está
junto al mar, pero no es una isla, como yo pensaba y quizá mucha gente piense aún. Isla Negra es
un lugar pero también una idea en la que flotan las palabras de los versos de
Neruda. Es también un símbolo de resistencia contra la opresión. Un lugar donde
sobreviven la dignidad del hombre, la pasión de vivir, la de amar. Yo visité
Isla Negra para encontrar todas estas cosas, porque mi viaje por Chile me
permitió descubrir a un hombre cuyo nombre conocía, como conocía algunas de sus
poesías amorosas, pero nada más. Ahora conocí un poco más, a través de sus propias
palabras, al hombre y al poeta en toda su vastedad. Porque Neruda fue una
persona comprometida con la causa de los pobres, de los relegados injustamente
por el poder, de los trabajadores olvidados, pero fue asimismo un poeta
prolífico, cuya poesía sólo ahora empiezo a conocer.
Antes de partir para
Chile, mi amiga Cata me aconsejó leer sus Odas Elementales, que ella tenía y se
proponía dejarme. No encontró el libro entre otros muchos que tiene, y yo partí
sin él. Fue en Isla Negra, en esa casa que habitó el poeta y que hoy es objeto
de peregrinaje, turístico o sentimental, donde encontré esas Odas Elementales.
Compré el libro y lo empecé a leer. Todavía sigo leyéndolo. Unas pocas odas
cada día. Elementales las nombró, porque lo son en verdad: odas sencillas,
llenas de poesía, pero claras y cercanas, a las cosas más dispares, como a la
flor, al hilo o al pan; odas a la esperanza, a la alegría, a la sencillez; a la
primavera, a la lluvia, a la vida; a Valparaíso, a las aves de Chile, a César
Vallejo. ¿Poemas a golpes de inspiración, ocurrencias repentinas en el continuo
discurrir de los días?
Ahora que es primavera, dejó aquí las palabras que le
dedicó a esta estación, que para él era otro momento del año, porque allá en
Chile es en septiembre cuando empieza. Es un poema de versos cortísimos, que el
poeta dispone de esa forma, no sé bien por qué, supongo que buscando un ritmo
que mi lectura ignora, pendiente sobre todo de las palabras y de su
significado, de las imágenes que transmiten. Pero sí, uno nota en la lectura,
seguida, sin pausas, que hay una música interna.
“Primavera
temible,
rosa
loca,
llegarás,
llegas
imperceptible,
apenas
un temblor de ala, un beso
de niebla
con jazmines,
el sombrero
lo sabe,
los caballos,
el viento
trae una carta verde
que los árboles leen
y comienzan
las hojas
a mirar con un ojo,
a ver de nuevo el mundo,
Primavera,
Muchacha,
te esperaba!
Toma esta escoba y barre
el mundo!
Limpia
con este trapo,
las fronteras,
sopla
los techos de los hombres,
escarba
el oro
acumulado
y reparte
los bienes
escondidos,
ayúdame
cuando
ya
el
hombre
esté libre
de miseria,
polvo,
harapos,
deudas,
llagas,
dolores,
cuando
con sus transformadoras manos de hada
y las manos del pueblo,
cuando sobre la tierra
el fuego y el amor
toquen tus bailarines
pies de nácar,
cuando
tú, primavera,
entres
a todas
las casas de los hombres,
te amaré sin pecado,
desordenada dalia,
acacia loca,
amada,
contigo, con tu aroma,
con tu abundancia, sin remordimiento,
con tu desnuda nieve
abrasadora,
con tus más desbocados manantiales,
sin descartar la dicha
de otros hombres,
con la miel misteriosa
de las abejas diurnas,
sin que los negros tengan
que vivir apartados
de los blancos,
oh primavera
de la noche sin pobres,
sin pobreza,
primavera
fragante, llegarás,
llegas,
te veo
venir por el camino:
esta es mi casa,
entra,
tardabas,
era hora, qué bueno es florecer,
qué trabajo
tan bello:
qué activa
obrera eres,
primavera,
tejedora,
labriega,
ordeñadora,
múltiple abeja,
máquina
transparente,
molino de cigarras,
entra
en todas las casas,
adelante,
trabajaremos juntos
en la futura y pura
fecundidad florida.”
A mi me gusta ese ritmo de palabras, de frases cortas, que le salen a borbotones, veloces como el pensamiento, que el poeta es capaz de recoger y pasar al papel. Neruda debió ser un hombre de una gran vitalidad, con muchísima energía que se refleja en su obra. Sigo sin encontrar el libro en casa (Odas Elementales).
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